viernes, 16 de diciembre de 2011

MADRE, MAESTRA Y HERMANA

Posiblemente estamos ante la advocación mariana más bíblica que existe en todo el mundo. Ella, la Madre de la Palabra, ha escogido el "BARRO de la TIERRA" para manifestarse y enseñarnos el contenido espiritual, metafórico de "TIERRA". Ella, formada tambíén de nuestro "barro". La idea de "Tierra" (en sus diversos significados) recorre la Sagrada Escritura desde el Génesis al Apocalipsis, pasando por los Salmos, Cantar, Profetas... También la hallamos en las Parábolas de Jesús y las cartas de San Pablo. La Biblia está cuajada de alusiones a LA TIERRA. María ha escogido el BARRO de la tierra para manifestarse y ENSEÑARNOS,
recordándonos nuestros orígenes: El hombre fue formado del barro de la tierra. El sentido de nuestra vida: un peregrinar hacia el Paraiso, "Tierra Prometida". Nuestro destino: Nuestro "barro" será divinizado. Porque Cristo lo asumió con su Encarnación. Con su muerte y resurrección nos ha hecho partícipes de su naturaleza divina.

"Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo. Ábrase la TIERRA y brote la salvación, y con ella germine la justicia"
 (Is. 45, 8)

  "El Salvador del mundo aparecerá como el Sol naciente, y como la lluvia que empapa LA TIERRA descenderá al seno de la Virgen" 
   (Ant. Laudes 19 de Diciembre)

"La Verdad brota de la Tierra: la carne de María" (San Agustín. Liturgia del 24 de diciembre)

sábado, 10 de diciembre de 2011

LIBRO RECOMENDADO

Os recomendamos un buen libro:

CLARA DE ASÍS: UN SILENCIO QUE GRITA.

Es de la clarisa Chiara Giovanna Cremaschi. Vive en el Monasterio de Santa Clara en Milán (Italia), y se dedica a investigar y profundizar la historia, la espiritualidad y las figuras más significativas de su orden.

Era necesario proponer una lectura de la vida de Clara que fuera capaz de unir el sentido histórico con una interpretación cristiana de los datos biográficos; colocando su aventura de fe no sólo en los años transcurridos en San Damián, sino en un horizonte más amplio que abarca la historia política y religiosa del siglo XIII.
Tiene pleno sentido proponer una nueva biografía de Clara de Asís para poder comprender cada vez mejor la experiencia absolutamente femenina y cristiana de esta mujer, cuya vida quedó totalmente transformada por el ardiente amor al Crucificado Pobre.

PUEDES PEDIR EL LIBRO AL TELÉFONO 945 147224

jueves, 8 de diciembre de 2011

VIDA DE SANTA CLARA


CAPÍTULO IV: Cómo, convertida por el bienaventurado Francisco, pasó del siglo a la religión 

7. Muy pronto, para que el polvo mundano no empañe en adelante el espejo de aquella alma intacta ni el contagio de la vida secular fermente su juventud ázima, el piadoso padre se apresura a sacar a Clara del siglo tenebroso.

Se acercaba el día solemne de Ramos cuando la doncella, fervoroso el corazón, fue a ver al varón de Dios, inquiriendo el qué y el cómo de su conversión.

Ordénale el padre Francisco que el día de la fiesta, compuesta y engalanada, se acerque a recibir la palma mezclada con la gente y que, a la noche, saliendo de la ciudad, convierta el mundano gozo en el luto de la pasión del Señor.

Llegó el Domingo de Ramos. La joven, vestida con sus mejores galas, espléndida de belleza entre el grupo de las damas, entró en la iglesia con todos. Al acudir los demás a recibir los ramos, Clara, con humildad y rubor, se quedó quieta en su puesto. Entonces, el obispo se llegó a ella y puso la palma en sus manos. A la noche, disponiéndose a cumplir las instrucciones del santo, emprende la ansiada fuga con discreta compañía. Y como no le pareció bien salir por la puerta de costumbre, franqueó con sus propias manos, con una fuerza que a ella misma le pareció extraordinaria, otra puerta que estaba obstruida por pesados maderos y piedras (4).

8. Y así, abandonados el hogar, la ciudad y los familiares, corrió a Santa María de Porciúncula, donde los frailes, que ante el pequeño altar velaban la sagrada vigilia, recibieron con antorchas a la virgen Clara. De inmediato, despojándose de las basuras de Babilonia, dio al mundo «libelo de repudio»; cortada su cabellera por manos de los frailes, abandonó sus variadas galas.

Ni hubiera estado bien que la Orden de florecientes vírgenes que surgía en aquel ocaso de la historia se fundara en otro lugar que en el santuario de quien, antes que nadie y excelsa sobre todas, fue ella sola juntamente madre y virgen. Éste es el mismo lugar en el que la milicia de los pobres, bajo la guía de Francisco, daba sus felices primeros pasos; de este modo quedaba bien de manifiesto que era la Madre de la misericordia la que en su morada daba a luz ambas Órdenes. En cuanto hubo recibido, al pie del altar de la bienaventurada María, la enseña de la santa penitencia, y cual si ante el lecho nupcial de esta Virgen la humilde sierva se hubiera desposado con Cristo, inmediatamente san Francisco la trasladó a la iglesia de san Pablo, para que en aquel lugar permaneciera hasta tanto que el Altísimo dispusiera otra cosa.

sábado, 3 de diciembre de 2011

ENCARNÁNDOSE en el seno de LA VIRGEN


LA VIRGEN MARÍA
(en los escritos de Santa Clara)

“Pues si un Señor tan grande y de tal calidad, ENCARNÁNDOSE en el seno de LA VIRGEN, quiso aparecer en este mundo como un hombre despreciado, necesitado y pobre, para que los hombres, pobrísimos e indigentes, con gran necesidad del alimento celeste, se hicieran en Él, ricos por la posesión del reino de los cielos, alegraos vos y saltad de júbilo, colmada de alegría espiritual y de inmenso gozo” (1ª Carta)

“Habéis merecido dignamente ser hermana, esposa y madre del Hijo del Altísimo Padre y de la Virgen gloriosa(1ª Carta)

“Adhiérete a su MADRE DULCÍSIMA, que engendró un tal Hijo. Los cielos no lo podían contener, y ELLA, sin embargo, lo llevó en el pequeño claustro de su vientre sagrado, y lo formó en su seno de doncella” (3ª Carta)

“La GLORIOSA VIRGEN  de las vírgenes lo llevó materialmente. Tú, siguiendo sus huellas de humildad y pobreza puedes llevarlo espiritualmente, fuera de toda duda, en tu cuerpo casto y virginal” (3ª Carta)

“Meditad asiduamente en los misterios de su Pasión y en los dolores que sufrió su SANTÍSIMA MADRE al pie de la cruz.” (Carta a Ermentrudis de Brujas)

“Y por amor del Santísimo y Amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales, y reclinado en el pesebre, y de su SANTÍSIMA MADRE, amonesto, ruego y exhorto a mis hermanas que se vistan siempre de vestiduras viles” (Regla , Cap. II)

“Por divina inspiración os habéis desposado con el Espíritu Santo, eligiendo vivir según la perfección del Santo Evangelio” (Regla, Cap VI)

“Por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su Santísima Madre, no tengáis otra cosa bajo el cielo” (Regla, Cap VIII)




viernes, 2 de diciembre de 2011

VIDA DE SANTA CLARA


CAPÍTULO III: Del conocimiento y amistad del bienaventurado Francisco

5
. Oyó hablar por entonces de Francisco, cuyo nombre se iba haciendo famoso y quien, como hombre nuevo, renovaba con nuevas virtudes el camino de la perfección, tan borrado en el mundo. De inmediato quiere verlo y oírlo, movida a ello por el Padre de los espíritus, de quien tanto él como ella, aunque de diverso modo, habían recibido los primeros impulsos. Y no menos deseaba Francisco, entusiasmado por la fama de tan agraciada doncella, verla y conversar con ella, por si de algún modo él, que estaba ávido de conquistas, que se sentía llamado a destruir el imperio del mundo, lograba arrebatar tan noble presa al siglo malvado y reivindicarla para su Señor. La visita, pues, Francisco; y más aún Clara a él; aunque moderan la frecuencia de sus entrevistas para evitar que aquella divina amistad pueda ser conocida de los hombres e interpretada maliciosamente por públicas habladurías; por eso, acompañada solamente de una íntima familiar y dejando el hogar paterno, la doncella menudeaba sus secretos encuentros con el varón de Dios, cuyas palabras le parecían llameantes y las acciones sobrehumanas (3).

El padre Francisco la exhorta al desprecio del mundo; demostrándole con vivas expresiones la vanidad de la esperanza y el engaño de los atractivos del siglo, destila en su oído la dulzura de su desposorio con Cristo, persuadiéndola a reservar la joya de la pureza virginal para aquel bienaventurado Esposo a quien el amor hizo hombre.

6. ¿A qué detenernos en tantos pormenores? A instancias del santísimo padre, que actuaba hábilmente como fidelísimo mensajero, no retardó su consentimiento la doncella. Se le abre entonces la visión de los goces celestes, en cuya comparación el mundo entero se le vuelve despreciable, cuyo deseo la hace derretirse de anhelos, por cuyo amor ansía las bodas supremas. Y así, encendida en el fuego celeste, tan soberanamente despreció la vanagloria terrena, que jamás nada de los halagos mundanos se pegó a su corazón. Aborreciendo igualmente las seducciones de la carne, decidió ya desde ahora no conocer lecho de pecado (Sab 3,13), deseando hacer de su cuerpo un templo consagrado a Dios y esforzándose por hacerse merecedora de las bodas con el gran Rey. En consecuencia, se sometió totalmente a los consejos de Francisco, tomándolo por su guía, después de Dios, para el camino. Desde entonces queda pendiente su alma de sus enseñanzas y recoge con cálido pecho cuanto le predica del buen Jesús. Soporta con molestia la pompa y ornato secular, y desprecia como basura todo lo que aplaude el mundo, a fin de poder ganar a Cristo (cf. Flp 3,8).